Deshojados
los árboles, finalizando la guerra, la esbelta dama se aproxima llevando
consigo un paraguas para el diluvio sanguíneo. Acompañada va de centenares de
palomas negras que combinan ostentosamente con su fino vestido de seda, y
desfila entre fugaces luces dejando a algún que otro judío, homosexual, testigo
de Jehová o comunista rendido a sus pies. Su figura anoréxica no interrumpe sus
pasos y se dirige a la imperdible cita con Adolf, descendiendo hacia el Führerbunker.
La mirada
delicada, penetrante y perfecta de la modelo de luto se encuentra con el sujeto
de bigotes recortados, con ese ente anímicamente desmoronado que tiembla con
inagotables síntomas de paranoia luego de la traición de Heinrich, y sonríe. Su
reciente esposa, la señorita Eva, es testigo de todo esto mientras afuera, en
el jardín de la cancillería, Erich prepara el escenario secundario decorándolo
con barriles de gasolina tras las órdenes de su señor. Ya la pequeña Blondi los
ha abandonado: luego del alimento balanceado en cianuro que le obsequió Adolf,
su partida fue instantánea.
Ahora se
encuentran únicamente los tres: Eva, Adolf y la blanquísima mujer envidiable,
encerrados entre cuatro paredes. Esta última, sin desligarse de su extraño
paraguas, le extiende al gran líder una Walther PPK y una eficaz cápsula mágica
que lo ayudará a pasar a otra vida cruelmente merecida. En la sala contigua, la
fiel secretaria Traudl espera impaciente la hora final mientas dialoga con
desdibujados individuos carentes de importancia.
Adolf se
apodera de la cápsula con cianuro y la deposita en su boca llena de insultos,
injusticias y blasfemias, logrando una sincronía con el disparo que se alojará
irreversiblemente en su sien. El cuerpo cae con sutileza sobre el sofá al mismo
tiempo que el de su esposa besa el suelo, imposibilitado del hurto del
revólver. De esta manera, la esbelta dama voltea su impoluta silueta
atravesando la puerta que minutos más tarde se abrirá para el traslado de los
amantes hacia la hoguera, y se retira exaltada por las ofrendas, con la guerra
finalizando, con dos nuevos árboles deshojados.