Es hora de entender que
el dolor
no se escribe
entre paréntesis
que en época de
podredumbre intelectual
es primordial que
gritemos en bastardilla
que nos sienta saludable
movilizarnos en contra
de los barbijos
porque lo nuestro
nunca fue una enfermedad.
Ya es tiempo
de resetear las mentes
de soslayar prejuicios.
Y sonreír con
el orgullo a cuestas
para dejar de ser
un arcoíris tiritando de
frío.