LA OTRA MIRADA

 

   Hablemos de esto, mamá. Hablemos de tus ojos que ya no me retratan. De ese mirar frívolo, cansino y desorbitado que llega de imprevisto..., luego de los tantos vasos, de las tantas copas. Hablemos de papá, que se refugia en su lecho de burbujas por no lograr sostenerte la mirada, ¡esa mirada!, ¡la otra!, la que todos acatamos con la cabeza gacha porque no nos das opción. Hablemos de tu balbuceo, de lo inteligible en tu discurso, de las palabras que se te resbalan como resbala el vicio por el cauce de tu garganta. Hablemos de la pequeña yo que escondía tu perdición en el baúl de los juguetes, con la ingenua esperanza de que no la encontraras allí. Hablemos de mi yo adulta que te cita en un café, con la certeza de que entonces no beberás, aunque sea por un feliz instante. Hablemos de los otros, de las otras bocas y los otros ojos que, al igual que vos, dan pie al ritual con la primera vuelta, y la segunda, y la tercera…, hasta olvidar por completo la noción del tiempo y del espacio. Hablemos de cuánto extraño tus cuentos de madre sobria que me leías a modo de beso de buenas noches. Hablemos de la rehabilitación que te negás a comenzar y de los insultos que nos vomitás por sugerírtela. Hablemos de esto, mamá. Porque aún estás a tiempo. Porque hay luz más allá de lo esmerilado de las botellas. Porque el futuro es aquello que creemos que puede ser mejor. tu balbuceo, de lo inteligible en tu discurso, de las palabras que se te resbalan como resbala el vicio por el cauce de tu garganta. Hablemos de la pequeña yo que escondía tu perdición en el baúl de los juguetes, con la ingenua esperanza de que no la encontraras allí. Hablemos de la yo adulta que te cita en un café, con la certeza de que entonces no beberás, aunque sea por un feliz instante. Hablemos de los otros, de las otras bocas y los otros ojos que, al igual que vos, dan pie al ritual con la primera vuelta, y la segunda, y la tercera..., hasta olvidar por completo la noción del tiempo y del espacio. Hablemos de cuánto extraño tus cuentos de madre sobria que me leías a modo de beso de buenas noches. Hablemos de la rehabilitación que te negás a comenzar y de los insultos que nos vomitás por sugerírtela. Hablemos de esto, mamá. Porque aún estás a tiempo. Porque hay luz más allá de lo esmerilado de las botellas. Porque el futuro es aquello que creemos que puede ser mejor.