(Prólogo a El florecer de la mente, antología estudiantil de TAHIEL ediciones 2019)
Nunca imaginé que unos alumnos pudieran
embellecer tanto mi jardín.
embellecer tanto mi jardín.
Un libro es una oportunidad… Una oportunidad
para volcar emociones en una hoja de papel. Una oportunidad para dejar
asentados nuestros momentos de gloria. Una oportunidad para lidiar con la
tristeza. Una oportunidad para hacerle jaque mate al dolor.
Un libro siempre es una
oportunidad. Para decirle a esa persona lo mucho que te importa, lo esencial
que es. Para gritar la indignación, la bronca, el disgusto por aquellos que,
intentando acercarse, nos alejaron por su mal accionar. Una oportunidad para
comenzar desde cero, mientras nos disponemos a sanar, remendando con palabras
cada una de nuestras heridas.
Pero de nada sirven las oportunidades si no
hay quienes sepan aprovecharlas. Y ellos sí. Ellos pudieron. Mis pequeños
grandes escritores. Mis estudiantes de 6.º A.
Ellos se están egresando… Y, aunque
egresarse implique retirarse de un lugar —porque concluyen una etapa—, ellos se
quedan. Permanecen a través de los sentimientos que transfirieron a la hoja y
que tradujeron en poderosas frases. Se quedan, sin darse cuenta, para siempre.
Porque este libro no termina en cuanto se cierra. No. Esta obra literaria es un
punto de partida. Este libro circulará por ferias, bibliotecas y escuelas, ya
que TAHIEL ediciones confió en ustedes como pioneros de un proyecto que aspira
a propagarse a varias instituciones del distrito.
Son mi orgullo, por esto, por sus
personalidades varias, por su cariño y por el profesionalismo con el que
encararon la tarea.
Gracias por permitirme conocerlos,
presencial, estudiantil y literariamente.
Gracias por abrir su corazón a esta locura
editorial.
Y gracias por seguir floreciendo en un mundo
que ya no cree en el aroma de las flores.