(Prólogo a Para leer con el mate, antología estudiantil de TAHIEL ediciones 2019)
"Con todos los palos que
saqué de mis ruedas, y las
piedras con las que tropecé mil
veces, me hice una casa."
saqué de mis ruedas, y las
piedras con las que tropecé mil
veces, me hice una casa."
—Severi
Llevo el mate a
la mesa, agrego la yerba que hace falta, un poco de azúcar, acomodo la bombilla
de metal y vierto el agua. La calidez del mate ingresa a mi cuerpo —la misma
calidez que me produjo leer los escritos de mis alumnos—. Y dejo que fluyan los
pensamientos…
Un mate es una excusa. La excusa perfecta.
El compañero perfecto. Un cómplice. Un mate siempre está ahí para enlazar,
aunar, hermanar. Y nos hace el aguante mientras conversamos con la familia, los
amigos, mientras nos enfocamos en nuestras tareas…, e incluso cuando decidimos
sumergirnos en la placentera dispersión de la lectura.
Un mate nos abre la puerta y nos invita a
entrar. ¿Adónde? Al sorprendente universo que asoma entre las páginas de un
libro. Como este, tan posible, tan real, que comenzó siendo una alocada idea y
se convirtió en un producto de calidad literaria que nada tiene que envidiarles
a otras antologías. En él, los estudiantes de 6.º 2.ª de la EES N.º 165
plasmaron todo su potencial, su arte, sus emociones. Y nos compartieron lo que
se arremolina constantemente en su interior: los más arraigados recuerdos, sus
peores miedos, los secretos que los acompañan, sus dulces bendiciones, sus más
descabelladas maldiciones, sus personalidades alternas, sus cartas, su día a día.
En esta antología, ellos y ellas nos
demuestran que saben cómo endulzarnos el alma. Nos llevan a experimentar varios
estadios —lo típico de la literatura— y nos hacen voltearnos y mirar la
capacidad que tienen los estudiantes de la escuela pública. ¡Y cuán fuerte es
su voz!
¡Poné la pava!, que vale la pena leer esta
obra. No te vas a arrepentir. Yo sé lo que te digo…