Te me aparecés distinto
con el rostro atestado de
residuos
y de palabras muertas
con la mirada
apesadumbrada
y una agonía de vejez prematura.
¿Dónde quedó tu voluntad de
burbuja
y el cardumen de luces
que presumía tu sonrisa?
¿En manos de
qué nefasto
dejaste tu alma
corromper?
Permitime
a mí
renovar la bravura de
tu oleaje
lánguido
potabilizar tu entereza
de Poseidón invencible.
Permitime
salpicar de arcoíris
tu lobreguez
impuesta
y licuar tus escarchas
a causa
del desamor.