Sobre trotamundos que escriben

(Prólogo a Camino de letras, antología II TAHIEL ediciones 2018)

     Hay un tópico literario conocido como Homo viator (hombre viajero), que pone en escena el carácter itinerante de la existencia, entendiendo nuestro vagar por el mundo como un prolongado sendero en el cual no importa la meta, sino el trayecto.
     A esta ruta que hoy nos convoca la llamaremos "libro" de ahora en más se le agrega un ingrediente fundamental: las letras. Y es entonces cuando se nos abre un interrogante: ¿es posible pensarnos sin estas letras, específicamente, sin palabra alguna? Somos lo que nombramos. Y no solo eso: bailamos en el carnaval de las letras desde muy temprana edad. Como expone la destacada escritora Liliana Bodoc, celebramos la primera palabra de un bebé y homenajeamos las palabras finales de un difunto ("sus últimas palabras fueron..."). Ser implica decir, ya sea oralmente o de forma escrita. Por lo tanto, no podemos prescindir del lenguaje, elementalidad que nos nutre y colma de provechosas herramientas a nuestra mochila de trotamundos.
     Y como todo viaje, ¡qué mejor que sumar acompañantes!; personas que guían a la multitud, que conocen los atajos, que saben dónde y cómo pisar. En este libro son tres: Silvia Alcaraz, Claudio Simiz y Claudia Colombo. Viajeros que cumplieron excelentemente su labor de jurado, seleccionando con responsabilidad, criterio, altura y, sobre todo, con la sensibilidad propia del que tiene por pasión la escritura.
     No quiero olvidarme de los imprescindibles, aquellos que dan sentido al recorrido, que son motivación para avanzar y que muestran firmeza a la hora de decidir qué dirección tomar: los peregrinos-escritores. Sin su dedicación y entrega, esta antología no hubiera salido a la luz. Ellos son los que apuestan día a día por el cambio, los que derriban muros, los que entrelazan voces, los que soplan detrás de la palabra, los que perfilan nuevos rumbos y los que, sin lugar a dudas, trazan inolvidables e imperecederos caminos de letras.