No hace falta un diccionario en la cabeza
que nos dicte una a una las palabras
ni una larga trayectoria intelectual
que coloque en el podio del saber
la ansiedad de nuestra pluma
escribe aquel que tiene un sueño
atravesado en el omóplato
un niño renunciando al médano
para sumirse en altamar
escribe el perturbado
que pelea contra un muro de ladrillos
espantapájaros combatiendo
a la bandada más letal
nos basta entonces
nada más que voluntades
bisagras que abran puertas
que destraben la verdad.
Los escritores son los puntos suspensivos
son el etcétera que nadie entra a detallar.